Los niños están mirando

20,95  IVA incluido

AUTOR                                 Koenig, Laird

TRADUCTORA                     Alicia Fryeiro

ENCUADERNACIÓN           Rústica

FORMATO                            14×21,8

PÁGINAS                              224

El resplandeciente sol californiano baña las playas de Malibú durante la última semana del verano. Los cinco hijos del matrimonio Moss, una pareja de actores que está terminando de rodar en Italia su última película, se encuentran solos en casa, enganchados a la pantalla del televisor. Sentados estáticos frente a los tubos catódicos, los cinco hermanos Moss parecen vivir dentro del universo de los sueños que se fabrica en el otro lado de las colinas, en un Hollywood decadente y violento. ¿Quién cuida de ellos? La niñera acaba de ser encontrada muerta, flotando en el mar. Encerrados en su propio horror secreto, siempre con las persianas a medio bajar, los niños insisten en mantenerse ajenos a un mundo adulto de entrometidos que pretenden invadir su hogar aporreando la puerta: la policía, los carteros, los vecinos y un misterioso hombre que los vigila cada noche a través de las cortinas.

Vuelve Laird Koenig (La chica que vive al final del camino) junto a Peter L. Dixon en esta novela de suspense aterrador. Una historia que se adentra en el oscuro mundo de pesadilla de unos niños abandonados a su suerte en la California de la filosofía hippie, las series de acción y la histeria del Satanic Panic.

Editorial

IMPEDIMENTA

SINOPSIS

Siempre resulta un ejercicio estimulante observar cómo los estereotipos sobre los que se asientan determinados géneros literarios son ingeniosamente alterados. Una tarea que abordan –de manera pegadiza e intrigante– a cuatro manos los autores de esta obra, originalmente escrita y ambientada en plena década de los años setenta. Una historia que traslada el habitual contexto del terror gótico, consistente en viejas mansiones y oscuros bosques, hasta una lujosa casa de vacaciones situada en primera línea de una playa californiana.

Cuerpos bronceados y diversiones acuáticas para la familia decoran el paisaje que acota a cinco niños que disfrutan de su época estival sin la presencia de unos padres, afamados actores (profesión nada casual), que ocupan sus días en jornadas de rodaje por la vieja Europa. La trágica desaparición de su niñera, quien ejerce unas limitadas labores de cuidadora restringidas por su nulo conocimiento del idioma pero, sobre todo, incapaz de competir con la dictadura catódica que emana de la omnipresente pantalla de televisión, deriva en el paulatino embrutecimiento de la actitud de los infantes.

Perdida cualquier referencia humana capaz de tutelar sus acciones, cometido asumido por noticiarios alimentados de constantes informaciones respecto a la guerra y una pequeña pantalla que no descansa en su tarea de arrojar contenidos violentos, el comportamiento de la prole adopta similares rituales a los expuestos en “El señor de las moscas”, recayendo en este caso el papel evangelizador en una inacabable guía de programación televisiva. Con una agilidad narrativa que encadena situaciones de tensión y otras tantas estremecedoras soluciones, el transcurrir de las páginas se cubre de aventuras como si de un libro de la saga de “Los Cinco” se tratara, pero escenificado por la siempre perturbadora pluma de Shirley Jackson.

“Los niños están mirando”, por una parte, rompe esa impoluta jaula de cristal en la que tantas veces se tiende a encapsular al mundo de la infancia, dotándole aquí de todo un muestrario de sibilinos impulsos, pero sobre todo significa un ácido y terrorífico reflejo de las consecuencias que supone dejar a la mediática providencia la labor de educar a quienes, por su edad, absorben a un ritmo desaforado
los estímulos que observan a su alrededor. Ceder ese primer descubrimiento al mandato de una caótica industria audiovisual resulta una incitación a sus más anómalos instintos, convirtiéndoles en seres casi tan temibles como los adultos.

—Kepa Arbizu

 

EL AUTOR

Koenig, Laird

Estudió Literatura y Psicología en la Universidad Estatal de Washington, trabajó como publicista en Nueva York y se mudó en la década de los 60 a Los Ángeles, donde comenzó a trabajar como guionista. Escribió su primera novela, The Children Are Watching (1970, de próxima publicación en Impedimenta), en colaboración con Peter L. Dixon, y la obra saltó a la gran pantalla en 1978 con el título Attention, les enfants regardent, producida y protagonizada por Alain Delon. Su segunda novela, La chica que vive al final del camino (1973), también fue llevada al cine en 1976, protagonizada por Jodie Foster, Mort Shuman y Martin Sheen. Falleció en 2023 en Santa Bárbara, a los noventa y cinco años.