Cumbres Borrascosas. Edición Anotada

49,90  IVA incluido

ESCRITORA           EMILY JANE BRONTE

EDITORA                JANET GEZARI

TRADUCTORA       LUCÍA MÁRQUEZ DE LA PLATA

IDIOMA                   CASTELLANO

ISBN                        978-84-460-5748-2

PÁGINAS                 496

ANCHO                    19,50 cm

ALTO                        25,50 cm

FORMATO                CARTONÉ

Cumbres borrascosas (1847), de Emily Brontë, ha sido calificada como la historia de amor más hermosa y profundamente violenta de todos los tiempos. En su centro están Catherine y Heathcliff, sus protagonistas, que habitan en los brumosos, ventosos y sombríos páramos de Yorkshire, el singular escenario donde se desarrolla con fuerza arrebatadora esta historia de venganza y odio, de pasiones desatadas y amores desesperados que van más allá de la muerte y que hacen de ella una de las obras más singulares y atractivas de todos los tiempos.

Era una novela controvertida ‒acogida con tibieza por la crítica‒, porque desafió los puntos de vista victorianos sobre moralidad, religión, clase, desigualdad de género y feminismo, también proporcionó una descripción inusualmente contundente de la crueldad física y mental. Fue escrita en un momento en que a la mayoría de las mujeres no se les permitía tener una educación ni expresar sus opiniones, pero Emily Brontë desafió las convenciones al convertirse en una mujer independiente. Nació y vivió en una casa parroquial situada a las afueras de Haworth (West Yorkshire, Inglaterra), junto a su padre, pastor protestante, y sus hermanas Charlotte, Anne y Bradwell. La pérdida de su madre y dos hermanas mayores, fallecidas a consecuencia de la tuberculosis, marcaron la infancia de los hermanos que crearon un microcosmos, un lugar seguro en el que refugiarse de la tragedia familiar, así como un poderoso vínculo entre ellos cimentado en la pasión por los libros y la escritura, que su padre les alentó a cultivar.

¿Cómo es posible que Emily, que pasó gran parte de su corta vida aislada en la intimidad de su casa, escribiese sobre pasiones irrefrenables como hizo Cumbres borrascosas? La Brontë se manchó las manos de tinta para dar rienda suelta a aquello que la fría y protocolaria sociedad victoriana le obligaba a reprimir, pero que, igualmente, sentía y pensaba. Que algo no se muestre no significa que no exista, y Emily reivindicó precisamente eso, la existencia de la profunda complejidad psicológica y sentimental que atesoraba tanto ella como sus heroínas.

Cumbres borrascosas. Edición anotada ofrece a quienes se encuentran con la novela por primera vez ‒así como a quienes vuelven a ella‒ una amplia gama de contextos en los que leer la poderosa obra maestra de Brontë. La editora del volumen, Janet Gezari, explora los contextos filosóficos, históricos, económicos, políticos y religiosos de la novela y sus conexiones con otros escritos de Brontë, en particular sus poemas. Las anotaciones explican las alusiones de Brontë a la Biblia, a Shakespeare y a sus otras lecturas; aclaran sus referencias a temas como el folclore, la teoría educativa y la esclavitud; traducen el grueso dialecto de Yorkshire de Joseph, el hosco criado de Cumbres borrascosas, la granja que da nombre a la novela.

Cumbres borrascosas editada por Janet Gezari encuentra innumerables maneras de ayudarnos a ver de nuevo la obra maestra de Emily Brontë; a la que el lector querrá volver durante muchos viajes.

Así empieza:

«1801 (1) -Acabo de regresar de una visita a mi casero -el solitario vecino con el que voy a tener problemas-. «Esta es sin duda una tierra (2) hermosa! No creo que hubiera podido encontrar en toda Inglaterra un lugar tan completamente apartado del mundanal ruído. Un paraíso para el misántropo, y Mr. Heathcliff (3) y yo somos la pareja ideal para repartinos entre nosotros semejante desolación».

Notas de la Edición: Al empezar con una fecha, Brontë sugiere que estamos leyendo una agenda o un diario, mostrando así su especial atención a la cronología interna de su historia. Lockwood, su narrador principal, ha alquilado la Granja de los Tordos a Heathcliff durante un año; al final  del Capítulo 16 del Volumen II, descubrimos que ese alquiler abarcaba de octubre de 1801 a octubre de 1802. C.P. Singer, cuya cronología de Cumbres Borrascosas (publicada por primera vez en 1926) sigue siendo incontestable, sugiere finales de noviembre como la fecha de la primera visita de Lockwood a las Cumbres»

 

 

 

Editorial

AKAL

SINOPSIS

Cumbres Borrascosas se talló en un taller agreste, con herramientas sencillas y materiales caseros. La escultora encontró un bloque de granito en un páramo solitario: mirándolo, vio que la peña podía sacar una cabeza salvaje, oscura, siniestra; una forma modelada al menos con un elemento grandioso: la fuerza. Trabajó con un cincel tosco y sin modelo, sólo con la visión de sus reflexiones. Con tiempo y trabajo; la piedra cobró forma humana; y ahí está, colosal, oscura y malencarada, medio estatua y medio roca: en el primer sentido, terrible y diabólica; en el segundo, casi hermosa, pues su tono es de un gris suave y la cubre el musgo del páramo; y el brezo, con sus campanillas radiantes y su balsámica fragancia, crece fielmente al pie del gigante.

Currer Bell

 

EMILY BRONTË Y CUMBRES BORRASCOSAS

Emily Brontë recortó y guardó cinco reseñas de Cumbres Borrascosas. Esto sorprenderá a aquellos que la ven no sólo como una esfinge en su inescrutabilidad y firme en sus propias convicciones, sino también tan apartada del mundo como para ser completamente indiferente a lo que otros pensaran de su novela. El aislamiento social de Emily es un pilar del mito de las Brontë, que ha tenido una larga vida en el imaginario colectivo y que aún conforma la manera en la que muchos lectores experimentan en Cumbres Borrascosas.

Incluso Charlotte se sorprendió al descubrir que las «escenas vívidas y terribles», que encontró en Cumbres Borrascosas, eran una parte común de la vida creativa de  su hermana. También hay muchas evidencias, de que Emily sí que pensaba que la sociedad educada requería que sus miembros fingieran  grandes cantidades de ignorancia. No obstante, saber que leía las críticas de su novela y que  se preocupaba por conservar algunas de ellas corrige la idea de que no tenía ningún interés por lo que otros pensaran de su obra y «ninguna sabiduría humana». Cumbres Borrascosas es la expresión de una mente sumamente independiente, pero no aislada. La determinación de Brontë para publicarla es una garantía de su ambiciosa esperanza de que encontraría una audiencia adecuada.

En el mito Brontë, Emily es más mítica que las otras. A pesar de estar componiendo una elegía por Charlotte, Matthew Arnold rinde su mayor tributo a Emily. Su poema «Haworth Churchyard» recicla dos de las ideas más imperecederas sobre su vida y muerte: su «alma/ no conocía empatía alguna por el poderío, /la pasión, la vehemencia, el dolor, /Temeraria», y se «hundió/desconcertada, desconocida y consumida». Para Arnold y para muchos otros, Emily Brontë es una mujer diferente a otras y, a la vez, demasiado parecida a ellas, no sólo frustada y escondida, sino también suicida. Al final, arde en la llama que ella misma aviva. Se resfrió en el funeral de Branwell y nunca recobró la salud. Menos de dos semanas antes de su muerte, Charlotte, dolorosamente frustada por el rechazo de Emily a recibir cualquier atención médica profesional, escribió a un especialista de Londres hablándole de ella y le pidió que le precibiera algún tratamiento. Esta carta ha sobrevivido, pero no intacta. Las partes que describen los síntomas de la enfermedad de Emily han sido arrancadas, probablemente en un esfuerzo por evitar revelaciones poco delicadas. A pesar de que Charlotte estaba consternada por la insistencia de Emily en automedicarse, faltaban tres décadas para el descubrimiento de la bacteria que causa la tuberculosis y los medicamentos antibacterianos efectivos no fueron desarrollados hasta el siglo XX. Cuando finalmente, Emily accedió a ver un médico unas horas antes de morir, lo hizo como quien solicita un cura o un pastor, alguien para que presida su muerte más que para evitarla.

«Nunca he conocido a nadie que la igualara en nada. Más fuerte que un hombre, más inocente que un niño, era única. En el carácter de Emily parecían encontrarse los extremos de la sencillez y el vigor. Bajo una cultura sencilla, unos gustos naturales y sin artificio y una apariencia modesta, había una fuerza secreta y un fuego que podrían haber inspirado el cerebro e inflamado las venas de un héroe; pero no contaba con experiencia de la vida; sus facultades no se adaptaban a los asuntos prácticos de los negocios; jamás habría defendido sus derechos más evidentes ni considerado más legítimos sus méritos. Tenía que haber siempre una intérprete entre ella y el mundo. Su voluntad era poco voluble y solía actuar contra sus intereses. Tenía un temperamento magnánimo, pero ardiente e impulsivo; y un espíritu inflexible» Charlotte Brontë