AUTORA : Andrea Barret
TRADUCTORA: Magdalena Palmer
ENCUADERNACIÓN: Rústica
PÁGINAS: 316
NATIONAL BOOK AWARD
«Barret recorre la historia de la ciencia y la ciencia de las relaciones humanas, mostrándonos las personas detrás de cada historia, con sus pasiones, ambiciones y amores. Una escritora en estado de gracia» Douglas Glover
«El efecto general es silencioso y deslumbrante, como mirar el papel hecho a mano bajo el microscopio». Thomas Mallon, The New York Times
SINOPSIS
«Imaginad que no sabéis quién es Alice Munro o Lucia Berlin y leéis por primera vez un relato suyo. Esa sensación tuvimos al conocer la impresionante obra de Andrea Barrett», afirman desde la editorial Nórdica sobre La fiebre negra.
«El descubrimiento de La fiebre negra, de Andrea Barrett (Boston 1954), ha supuesto para mí, tras una época de abstinencia lectora, un feliz reencuentro con la ficción.
En los ocho relatos que componen el libro, la ciencia se emplea como un hilo para tejer historias. Temas habituales en literatura como las relaciones de pareja, la llegada de la muerte o el papel de la mujer en una sociedad de hombres se desarrollan en torno a la ciencia como nexo de unión, o mejor dicho, en torno al amor por la ciencia (Barrett es bióloga además de escritora, y se nota).
Algunos de los relatos tienen por personajes a Mendel, Linneo, Darwin o Humboldt. En ellos, la autora consigue que el lector se apasione con el transcurso de sus investigaciones, ya se trate de la hibridación del guisante o de descubrir si las golondrinas hibernan bajo el agua en invierno. Pero también que empatice con su lado más prosaico, el que les iguala al resto de las personas, como en el caso de Linneo enfrentándose a sus fantasmas pocas horas antes de morir.
Barrett perfila con acierto historias y caracteres a partir de nombres archiconocidos que, para algunos, se reducían a una entrada en la enciclopedia. Como sucede en la novela histórica, a la que la autora americana ha dedicado parte importante de su obra, desarrolla una ficción -sólida y cohesionada- basada en personajes reales. Otras de las historias, las situadas en época más reciente, están protagonizadas por personajes anónimos relacionados con la ciencia de una manera u otra.
No es posible hablar de La fiebre negra sin mencionar el carisma de los personajes femeninos. Son en muchos casos mujeres del XIX que adoptan el conocimiento como un modo, -el único, probablemente- de escapar del papel de sobra conocido que los hombres les habían reservado. Ellas sienten pasión por esa actividad que realizan los hombres fuera de su vista. Tienen afán por experimentar, establecer y refutar hipótesis y ser, de esta manera, libres, aunque tengan por ello que pagar el precio del aislamiento y la marginación» Leire Frisuelos
«Fragilidad humana, seres aferrados a su intelecto que luchan por obtener éxito y reconocimiento. Envidias, recelos y obsesiones. La historia de la literatura está llena de personajes de escritores con esas características, pero muchos menos científicos ocupando los mismos roles. Barrett declara en una entrevista que la similitud entre los escritores y los científicos es lo que la llevó a querer escribir sobre estos últimos. “El arte, la ciencia y la escritura guardan una estrecha relación (…) ¿Cómo es moverse por el mundo con ese tipo de obsesión? ¿Qué significa eso en términos de las relaciones humanas?”
La fiebre negra es un libro disfrutable y bello, sobre vidas atravesadas por la ciencia y observadas a través del filtro de la literatura. Pues no sólo en los artistas, nos recuerda Barrett, se concentran las pasiones humanas» Virginia Higa
«El resultado es un libro de indudable armonía y ejemplar luminosidad, que interroga asuntos como la emancipación de la mujer, los caprichos de la fama o el heroísmo cívico. Dentro de un nivel notable, es este último aspecto, el del triunfo ante la adversidad, el que hace inolvidable el largo relato que da título a la colección, un extraordinario texto acerca del lazareto de Grosse Isle, la isla de Quebec a la que en 1847 llegaron decenas de barcos procedentes de Irlanda con su cargamento de hambre, desesperación y tifus.
En el marco de este hecho histórico, Barrett propone una narración en la que resuenan ecos de La peste de Camus, la peripecia protagonizada por un joven médico frustrado por su vida entre la burguesía canadiense, y que hallará en la miseria del lazareto y la enormidad de la epidemia un lugar al que aferrarse para dar sentido a su vocación y a las exigencias de un amor imposible, condenado al fracaso. Barrett alcanza en estas páginas, contenidas y al tiempo emocionantes, una maestría que justifica la lectura de un libro que satisfará tanto a los amantes de la ciencia como a los de la ficción. Pues al fin y al cabo, lo que La fiebre negra insinúa entre líneas es que el relato de la historia de la ciencia contemporánea satisface con creces los requisitos de la imaginación más ambiciosa»Ricardo Menéndez Salmón