Nunca delante de los criados

18,50  IVA incluido

AUTOR:                               FRANK VÍCTOR DAWES

TRADUCTORA:                  ÁNGELES DE LOS SANTOS

IDIOMA:                              CASTELLANO

IDIOMA ORIGINAL:            INGLÉS

NÚMERO DE PÁGINAS:    256

ENCUADERNACIÓN:         TAPA BLANDA

AÑO DE EDICIÓN:              2022

 

«Recuerda, mi querida sirvienta general, que si tu trabajo es arduo, también es el que mejor te preparará para otro más sencillo. Al fin y al cabo, no tienes más tarea ni, en realidad, tanta como tendrías en tu propio hogar si te casaras. En ese caso probablemente tendrías que limpiar la casa, trabajar para mantener a tu familia y cuidar de tus hijos, además de soportar la ansiedad y las muchas preocupaciones de una esposa y madre»

Editorial

Periférica

SINOPSIS

Son muchos los productos culturales que problematizan la relación que establecemos con las personas que realizan el trabajo doméstico en nuestras casas, desde la reciente película Libertad (Clara Roquet, 2021), la francesa La ceremonia (Claude Chabrol, 1995) o Los santos inocentes (Mario Camus, 1984), hasta la serie La asistenta (Molly Smith Metzler, 2021). Pero son los que idealizan ese mundo en la época victoriana, la serie Downton Abbey o la mítica Arriba y abajo, los que han logrado asentar en nuestro imaginario la idea de un plácido y ordenado universo basado en la eficacia, la entrega incondicional y la integridad de los señores: nada más lejos de la realidad.

Los recuerdos que se desgranan en este libro son trágicos, cómicos, evocadores, ridículos y, a veces, crueles, y conforman una historia social decisiva que corrobora la idea de que desde siempre se les ha tenido por trabajadores e incluso seres humanos de segunda.

Obligados a entrar en el servicio por necesidad económica, cuando la garantía de techo y comida lo convertía en la opción laboral preferente para las clases desfavorecidas, los empleados del hogar abrigaban un sentimiento de rencor contra el doble rasero que veían a su alrededor: elaborados alimentos que sólo se les permitía comer cuando sobraba algo de la mesa de arriba; habitaciones bellamente amuebladas para la familia, comparadas con sus austeras buhardillas sin comodidades; largas e indefinidas jornadas aderezadas con el constante sonido de la campanilla, y pocas oportunidades de ocio y vida social o familiar. Clasismo e indefensión. Una existencia codificada hasta extremos inverosímiles, códigos que afectaban tanto al uniforme de trabajo como a la ropa de calle, y que exigían a los criados mutismo e invisibilidad cuando servían las cenas en el comedor noble. Las perspectivas y los niveles de vida de los patrones y de la servidumbre eran como la noche y el día: la vida en el servicio doméstico se parecía mucho a la vida en un convento.

Esta obra, tan entretenida como ilustrativa y desmitificadora, nos obliga a reflexionar sobre asuntos que tocan de lleno nuestro presente, como la precariedad laboral, la conciliación o el abuso sexual a las mujeres, y a determinar qué consideración social se les otorga a quienes, de forma delegada, se ocupan de los cuidados de nuestros seres queridos.

«No paseará por el jardín a menos que se le dé permiso o a menos que sepa que toda la familia está fuera; una vez allí deberá poner cuidado en caminar con discreción y bajo ningún concepto hacer ruido.

Hacer ruido se considera una falta de educación.

Siempre se moverá silenciosamente por la casa y no se dejará oír por la familia a menos que sea necesario.

No dará voces de una habitación a otra; si es usted una doncella, cuide no solo de hacer su trabajo en silencio, sino también de apartarse de la vista todo lo posible.

Nunca se dirigirá a las damas y a los caballeros, salvo para entregar un mensaje o hacer una pregunta imprescindible y, en esos casos, lo hará de la manera más escueta posible».

EL AUTOR

Frank Victor Dawes, hijo de una empleada del hogar que, como tantas otras, comenzó a servir a la edad de trece años, quiso investigar, en pleno apogeo de la serie Arriba y abajo en la televisión británica, las razones de la ostensible disminución del número de personas empleadas en ese sector en el Reino Unido (del casi millón y medio hasta la Primera Guerra Mundial a los menos de cien mil de ese momento). Para ello publicó en 1972 un anuncio en el Daily Telegraph en el que solicitaba a cualquiera que hubiese trabajado como personal doméstico que le enviara cartas en las que contara sus vivencias. La respuesta fue tan abrumadora que dio lugar al fascinante recorrido que propone Nunca delante de los criados, un retrato del trabajo doméstico a lo largo de cien años a partir de los testimonios de sus protagonistas: doncellas, mayordomos, institutrices, cocineras, lacayos y también algunos empleadores.

«Para mí y para otras mujeres como yo, que ahora no pertenecemos a ninguna clase social, pero que nacimos en las más bajas, no solo es un testimonio de lo que habría sido nuestro destino, sino que sirve de recordatorio de que los buenos tiempos no fueron tan buenos para nosotras. Ni tal vez para ninguna mujer, ya fuera de arriba o de abajo». Jean Marsh