AUTOR: Roger Deakin
TRADUCCIÓN : Ce Santiago
ENCUADERNACIÓN: Rústica con sobrecubierta
FORMATO: 14 x21
PÁGINAS: 488
Así empieza:
“ Mientras a mi alrededor el resto del mundo jugaba al juego de la silla, yo he permanecido en la misma casa más de media vida. No es que no me guste deambular, pero, por algún motivo, me resulta más sencillo, en mi despreocupación, saber que este lugar está aquí, que es un punto fijo. Me ubica, como los amantes de Donne son las puntas gemelas un compás en su poema “Una despedida aciago llanto”:
Tu firmeza cierra mi círculo con precisión,
Y me ayuda a acabar donde empecé.
Las aventuras mi familia materna, los Wood, nueve en total, eran mis cuentos de antes de dormir. Mi madre nunca me leía, sino que me contaba las muchas historias de la tribu Wood. Crecí dentro una tradición estrictamente oral de un folklore de cosecha propia protagonizado casi en su totalidad por los hermanos de mi madre. La abuela Jones, galesa; el abuelo Wood, de pelo plateado, con una sola mano, la izquierda y un garfio de acero por diestra; dos tíos apuestos y cuatro tías. Para mantener la tradición silvana, mis abuelos bautizaron a dos de ellas Ivy Wood y Violet Wood. Mi madre agradeció que nadie propusiera Primrose”.
En 1969, Roger Deakin compró una casa construida “unos veinte años antes de que Shakespeare naciera”, con madera de roble y castaño, y él,mismo se encargó de repararla con sus propias manos para convertirla en su hogar. De su amor por la madera -ese “quinto elemento”-, y de sus viajes no solo por su Inglaterra natal sino también por los Pirineos, Australia o Asia Central, nace esta obra, que nos desvela el bosque, además de como el espacio que garantiza la vida, como el fértil albergue de artesanos, mimbreras o recolectores de nueces, así como de plantas, bardas, pájaros y polillas. Con esa curiosidad de la que se nutre la aventura, el autor de la celebrada “Diarios del agua” roza con su escritura el duramen de una fascinación y un amor por la madera y el árbol en un texto que rebosa ternura, experiencia y amor por la naturaleza
Un delicioso clásico del autor de Diarios del agua: un libro de viajes y de paseos bajo la copa de los árboles, que se lee como una plácida novela de aventuras
“Un libro absolutamente maravilloso. Lleno de encanto, alegría y sabiduría” Sunday Telegraph
”Una hermosa y mística celebración de todo lo que tiene que ver con la madera y los bosques…Ha habido alguna vez un escritor naturaleza con un oído màs agudo o un ojo màs perspicaz que Roger Deakin?” Mail on Sunday
SINOPSIS
Lo difícil de escribir sobre la naturaleza es transmitir interés sin que el lector se sienta ante una suerte de tratado sobre la altura de una secuoya o sobre el momento en el que tienen flores los tamarindos. En su libro Diarios del bosque, Deakin se aleja de ese modelo para contagiar su pasión y su entusiasmo a la hora de comprender la importancia de los árboles y bosques para nuestra vida centrándose en detalles como el fuego del hogar, el suelo de una casa o cualquier cosa en que nos fijemos de nuestro entorno. Y para lograrlo, a medio camino entre el conocimiento y la autobiografía, el autor realiza un viaje que comenzó hace treinta años en Suffolk, donde compró una casa rodeada de robles que reformó con sus propias manos, y termina, como no podía ser de otro modo, en esa misma casa en la que reside en el momento en que escribe la obra. Deakin recorre sus propias raíces antes de salir a explorar el mundo y también sus pasiones, encontrando en cada esquina una referencia natural a su unión con los árboles, que van desde el apellido materno a la comunión, para él natural, de realizar una acampada o de disfrutar del sonido del viento en los árboles desperezándose de buena mañana. Deakin se muestra, a partir de este entorno, como un experto en el arte de contemplar y trasladar, con una prosa lírica que roza el romanticismo, cualquiera de las sensaciones que alberga su alma cuando observa la naturaleza, logrando contagiar al lector de ese interés en el detalle, en la línea, la familia de animales, el olor…Y para ello realiza un viaje que lo lleva a atravesar el mundo desde Gran Bretaña hasta China, o hasta un país de nombre casi impronunciable, persiguiendo una historia de manzanas.
Si cada viaje deja una impronta en el viajero, el de Deakin se convierte en una suerte de guía de vida, lleno de referencias al folklore y la cultura, de descripciones bellamente integradas en la armonía del libro. Construye, de este modo, una obra con tono de fábula en la que el aprendizaje, lejos de ser una lección botànica, lo es sobre la importancia de detenerse a observar, de tener curiosidad y de indagar un poco màs en aquello a lo que, por rodearnos, apenas prestamos atención. En un mundo en el que la selva ha perdido terreno y los parques, llamados pulmones, parecen importar más por el hecho de existir y limpiar la atmósfera que por aquello que transmiten cuando se pasea por ellos, Deakin reivindica el caminar lento, la mirada alta y el oído aguzado. Hay por supuesto objetos de creación con materiales naturales, anècdotas y personajes invitados que le sirven como guìa, para conducirnos por su fantasía de convertirnos en personas capaces de conocer la historia de un làpiz, una mesa o la cama en que dormimos, algo que poco a poco se va conformando como una fantasía romántica que queda perfectamente encuadrada en el modelo elegido por Impedimenta para su edición.
De alguna manera y pese a encontrar unos conocimientos apabullantes, el autor logra llevarnos de tribus a idiomas o picnics en el parque, cautivando paso a paso a quien decida compartir con él este viaje, capaz de descubrirnos algunos de los lugares màs impresionantes que Internet me ha mostrado persiguiendo sus pistas, y sin lograr llegar a dibujarlos con la mitad del detalle que lo hace la voz entusiasta del autor.
Dice Deakin en su obra que hay ramas, como las del fresno, que se sienten como un abrazo protector, y de algún modo el lector siente que entre las pàginas de este libro el mundo se paraliza para que pueda tomarse un descanso, relajarse y disfrutar; estar a salvo, por un momento de las tensiones diarias. Quièn sabe, tal vez la vida huela a encina. O a nogal.
Zenda, 9 de junio de 2023
EL AUTOR
Roger Deakin (Watford,1943) estudió inglès en la Universidad de Cambridge, donde fue uno de los protegidos de Kingsley Amis. Tras trabajar de publicista durante un tiempo, decidió comprar y restaurar un caserío en Suffolk, Walnut Tree Farm; allí pasaría el resto de su vida. En 1999, saltó a la fama con Diarios del agua, donde narra su viaje a nado por los ríos, pozos y mares britànicos. El éxito de esta experiencia lo llevó a emprender un nuevo viaje a travès de los bosques más antiguos del mundo, que plasmaría en su segunda obra, Diarios del bosque. Esta fue publicada de forma póstuma, ya que Deakin murió un año antes de un tumor cerebral.