AUTORA Jane Austen
TRADUCTOR Moisés Barcia
INTRODUCCIÓN Y NOTAS Ana Bulnes Fraga, Raquel Campos Pico y María Ramos Domínguez
REVISIÓN Anxa Correa y Roque Barcia
ILUSTRACIÓN DE CUBIERTA E INTERIORES Eva Fandiño
PÁGINAS 472
ENCUADERNACIÓN: Rústica con solapas, cosida
DIMENSIONES 163 X 234 mm
EMMA
«I am going to take a heroine whom nobody but myself will much like» Jane Austen
«Yo tengo por regla general, Harriet, que si una mujer duda en cuanto a si debería aceptar a un hombre o no, ciertatamente tendría que rechazarle. Si puede vacilar en cuanto al «si», tendría que decir «no» directamente»
«Yo no tengo ninguna de las acostumbradas motivaciones de las mujeres para casarse. Claro que si me enamorara sería diferente, pero nunca me he enamorado; Y, sin amor, estoy segura de que sería tonta de cambiar una situación como la mía. Fortuna, no la necesito; buena situación, no la necesito; importancia, no la necesito»
«Lo que es tolerable en la juventud, es detestable en una edad más avanzada»
«Me conozco a mi misma Harriet, mi mente es activa y laboriosa, con muchos recursos independientes; y no comprendo por qué iba a necesitar más ocupación a los cuarenta o cincuenta años que a los veintiuno»
«Un hombre tiene que tener muy buena opinión de sí mismo para invitar a otros a que dejen su buen fuego y afronten un día como este, solo por ir a verle»
SINOPSIS
Es Emma la mejor de todas las novelas de Jane Austen? Es una pregunta difícil de responder, porque cierto es que los rankings de las mejores cosas son siempre bastante subjetivos. Aún así, la crítica literaria apunta habitualmente a Emma como la más redonda de la obras de Austen. Emma es la novela más extensa de todas las que escribió y la que recibió las críticas más entusiastas en vida de la escritora -una de ellas de Sir Walter Scott, que ya era entonces un escritor de moda-.
Todo en esta historia gira en torno a Emma Woodhouse , una joven acomodada y entrometida decidida a cambiarle la vida sentimental al vecindario. «Voy a escoger una heroína que sólo me gustará realmente a mí», dijo al parecer Jane Austen sobre Emma. En realidad, Austen es tan buena escritora que logró que miles de personas siglo tras siglo empaticen con la señorita Woodhouse. Sin embargo, es posible que Emma sea la novela que permite profundizar en más cuestiones de la vida de la Regencia, pues por sus páginas pasan desde ricas herederas a «solteronas» destituidas al borde de la indigencia.
La escritora empezó a trabajar en la novela en enero de 1814 y la terminó en marzo de 1815. En diciembre de ese último año, Emma ya era un libro. Fue la última de sus historas que la propia Austen vio publicadas en vida y también la última de las novelas en las que pudo trabajar en profundidad. Tras Emma, tuvo todavía tiempo para completar el manuscrito de Persuasión antes de morir.
LA AUTORA
Hace unos años, en una de las ventanas de la planta baja de la casa de Winchester en la que murió Jane Austen, había un aviso, pegado por sus propietarios. Venía a decir que aquella era una casa privada y que tu entusiasmo por la escritora no les interesaba. No timbres a la puerta. Posiblemente, a las personas que habitaban aquel lugar no les haría mucha gracia tener que explicar una y otra vez a las que hacían su peregrinaje literario que no les iban a dejar pasar a su salón o habitación -o lo que ahora tengan en la estancia exacta en la que murió la escritora- para que tuviesen su experiencia literaria. Sin embargo, aquella nota nos dice mucho sobre Jane Austen: sobre cómo su nombre acabó convirtiéndose en un hito literario.
Jane Austen nación en 1755 en Steventon, una aldea inglesa en la que estaba la paroquia de su padre, un pastor anglicano. La familia Austen tenia una posición económica y social confortable, pero ocupaba en la escala social ese puesto inestable -en el que luego estarán no pocos de los personajes de la autora- en el que unas cuantas malas decisiones y que algún otro revés de la fortuna empuja hacia la precariedad. Un ejemplo de cómo eso podía cambiar las cosas está en la propia tía de Austen, Leonora. Era una de las hermanas de su padre y, frente a la vida de la pequeña clase acomodada rural que lleva su familia, ella acabó perdida para la historia entre las clases trabajadoras de Londres, como descubrió la biógrafa de Austen, Claire Tomalin.
De la escritora se dijo alguna vez que era una de esas autoras «sin biografía» pero lo cierto es que, si bien podemos entender qué se quiere decir con eso, esa es también una afirmación muy discutible. Austen no se casó -sus sobrinos intentarían dejar después testimonio de historias sentimentales de grandes amores contrariados, como si fuese lo esperado: lo único que sabemos con certeza es que estuvo comprometida una noche y rompió su compromiso por la mañana-, vivió en un espacio geográficamente reducido del sur de Inglaterra y no se relacionó intensamente con los círculos literarios de su momento como si hicieron otros nombres literarios.
Sin embargo, pensar que esa trayectoria es menos interesante es caer en los prejuicios de cómo debe ser una vida de letras y qué es lo que resulta -y lo que no- emocionante. Austen pasó su juventud en Steventon, desde donde se mudó a Bath cuando su padre se jubiló. Allí pasó varios años y, aunque no escribió nada durante ese período, sí usó luego la ciudad como inspiración para sus obras. Tras la muerte de su padre, ella, su única hemana -Cassandra- y su madre se quedaron en una situación económica precaria. Se fueron a vivir a otra pequeña aldea, Chawton, y en su tranquila vida rural, Austen corregirá lo ya e scrito en Steventon y empezará nuevas historias. El punto final a sus novelas fue puesto en ese lugar.
Ya nunca se mudará. Si muere en Winchester en 1817, en esa casa a la que ahora peregrinan los fans para molestia de sus propietarios, fue porque se puso muy enferma y se fue a la ciudad más próxima buscando mejores médicos. De qué murió jane Austen es algo sobre lo que aún se debate. En su época tampoco tuvo un diagnóstico concluyente. Pocos días después fue enterrada en la catedral de la ciudad. Cassandra, su hermana, su mejor amiga y su persona más cercana no pudo ir a su entierro: no era costumbre que las mujeres lo hiciesen y tuvo que despedirse de ella en la puerta de su casa. La tumba de Austen está en uno de los pasillos de la catedral y la lápida la presenta como la hija más joven del reverendo Austen. Ni una palabra de su carrera literaria.
Con todo, en su época, que Austen era una escritora no era un secreto. Sus obras iban firmadas «por una dama», porque la autora quería protegerse de los prejuicios existentes contra las autoras. Aún así, a medida que sus novelas fueron teniendo más éxito, ella misma le fue contando su identidad secreta a más personas próximas y, desde ahí, se fue expandiendo a más círculos. Emma está, de hecho, dedicada al príncipe regente, Jorge, que había sido lector de las novelas previas y le había concedido el honor de dedicarle el próximo libro.
Pensar que Austen era escritora casi por accidente -la imagen que crearía más tarde uno de sus sobrinos- no tiene mucho sentido: escribió toda su vida y su voluntad de hacerlo de forma profesional queda clara por cómo intentó, título tras título, ser publicada.
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